enero 12, 2009

Por el derecho a decidir

Me he enterado hace poco de la existencia de un grupo no pequeño de mujeres que llamándose católicas dicen estar de acuerdo con la despenalización total del aborto; haciendo gala de su talante progresista libre de las ataduras de la jerarquía eclesiástica se hacen llamar "Católicas por el derecho a decidir". Lo simpático del nombre logró en mí que la hilaridad venciera a la indignación, rápidamente se me ocurrieron imágenes tan dispares como las de un rabino nazi, un hippie punk o el "Che" Guevara de Feltrinelli con el sombrero del tío Sam.

Los kantianos tal vez saldrán de su guarida y pondrán el pecho con aquello de razón pública y razón privada (en mi pueblo no somos tan finos, simplemente le llamamos hipocresía) pero es más que incoherencia querer permanecer dentro de una institución cuando se tiene un ideario radicalmente distinto, querer identificarse como miembro y hacer subrepticiamente la oposición; sería mucho más valeroso renunciar y fundar una nueva organización, una secta, una asociación, un blog (que ahora están de moda) sin manchar el nombre de aquellos que en otro momento me acompañaron.

Católico y asesinato son palabras que juntas me suenan como la cuadratura del círculo, por más que uno intente insertar la una en la otra no se puede; por eso quien defienda la muerte debería renunciar a toda convicción que le impida hacerlo, incluso, aquellos rediduos de fe cristiana que todavía conserva.

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