febrero 09, 2009

Sobre el obrar humano



"Si un hombre se embriaga sin cesar, creyendo que éste es su verdadero bien, peca por ignorancia, por no tener noción del bien auténtico. Sócrates diría que si supiese que su verdadero bien y lo que le conduce a su felicidad es no embriagarse, no se embriagaría. Claro que podríamos observar con Aristóteles, que uno puede saber perfectamente que el contraer el hábito de la bebida no es favorable a su felicidad a fin de cuentas y, sin embargo, contraer ese hábito"
Frederick Copleston, Historia de la Filosofía Tomo I: Grecia y Roma

¿Por qué obramos mal? ¿Por qué el drama de Ovidio: "Video meliora proboque, deteriora sequor" (Veo lo que es mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor)? Personalmente me inclino hacia la posición de Aristóteles, en quien ya puede percibirse una alusión a la voluntad que en Sócrates parece disminuido sino totalmente ignorado, ¿todo radica en un asunto de percepción de la realidad y recto pensar?
La conciencia nunca puede ser totalmente acallada (aunque algunos han estado cerca) sin embargo puede ser oscurecida y opacado por una serie de opciones concretas por algo que a la razón se presenta claramente negativo pero que la voluntad no es capaz de resistir, o mejor, no quiere resistir; parece que hay entonces una limitación en el hombre que le impide encaminar su voluntad hacia lo que reconoce como bueno pero también una libertad de obrar bien incluso cuando sus sentidos y su voluntad parecen desear lo contrario.
El problema del mal que los antiguos trataron de resolver y al cual alude Copleston revela por lo menos una doble dimensión en el interior del hombre, la psicológica y la espiritual (sentimientos y voluntad) que pueden o no "operar" coordinadamente definiendo de esta manera los actos .

Todo ser humano desea el bien, pero puede decodificar mal ese anhelo natural pensando que es bueno aquello que no lo es, razonando correctamente pero dejándose llevar por sus sentimientos o razonar mal y a raíz de esto sentir mal y terminar obrando equivocadamente en consonacia con sus ideas y sentimientos.

Parece llamado el hombre a la unidad de mente y corazón, de ideas y voluntad, a un dominio de sus emociones que no siempre estarán de acuerdo con la razón y con mucha más urgencia a un recto pensar, libre de falacias o lo que algunas Padres de la Iglesia llamaron "ideas parásitas", de todo esto dependerá el actuar, que en definitiva es lo que define la historia de los hombres.
HASTA LA PROXIMA ENTREGA